En la edad media, un espía de la
corte del rey Arturo debía entrar a un castillo para
poder investigar cuáles eran los planes de los enemigos,
pero al llegar descubrió que
las puertas del castillo estaban cerradas, así que se
dijo. ¿cómo podré entrar?...ya se, esperaré y observaré
cómo entran los demás...?, dicho y hecho, se escondió
entre unos matorrales y se quedó observando....
Llegó un soldado a las puertas del castillo, el vigía de
la torre le dijo: ¡dieciocho! a lo
que el soldado contestó; ¡nueve! y abrieron las
puertas..., al poco rato llegó otro soldado, el vigía le
dijo ¡catorce! y el soldado respondió: ¡siete! y
abrieron las puertas...., más tarde llegó otro soldado y
el vigía le dijo: ¡ocho! y el soldado le respondió:
¡cuatro! y abrieron de nuevo las puertas....
El espía de Arturo que había estado observando pensó que
lo tenía muy fácil para entrar, se acercó a la puerta,
el vigía le dijo: ¡seis!, a lo que el espía contesto:
¡tres!...El vigía cogió un arco y lo mató...
Pregunta:
¿Qué es lo que
tenía que haber dicho el espía para poder entrar en el
castillo? ¿Por qué?
El espía del Rey Arturo debería haber contestado
"cuatro", que es el número de letras que componen la
palabra “seis”, como ocurre en las palabras dichas por
el vigía anteriormente.
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